Tengo una amplia proporción de sentimientos categóricos, cuando me centro en el hábito de sonreír por supuesto —claro está—, yo jamás los arraigué de mí, no fue porque quería obtenerlos de manera singular, sino que sucedió porque personas me instruyeron a sonreír. Diversas personas arriban a nuestras vidas y solo pocas nos dejan huella, Algunas de esas personas consiguieron exponerme a un mundo diferente lleno de despreocupaciones y alegorías que absorben esos perpetuases conflictos.
Saben amo ver a cada persona con una sonrisa en sus distintivos rostros, rostros rescatados por siluetas firmemente moldeadas acorde a esos alteres que complementan sus vidas. Amo mirar al cielo y saber que ese gran cielo azul me depara grandes ilusiones transformadas en estrellas fugaces, que por cierto son complacientes de un inquietante e indeciso joven, un joven deseoso por lo más de los grandes anhelos y fantasías. Aprendí a relucir mis alas sin estas existir, aprendí a charlar con ella durante meses, (aun sin tenerla presente) desde charlas hasta robarme sonrisas me atribuyó, no me olvido que me menciono frases sobre seguir mis sueños, hasta ese entonces se veían abiertos en el firmamento, pero en el fondo estaban destinados a una lejanía rotunda… perdí tantas palabras, sentimientos, sensaciones, insurgentes momentos decisivos, pero jamás perderé mi sonrisa. Las lecciones que no traen consigo algo de dolor, son lecciones que no traen ningún sentido a nuestras vidas, mis sonrisas fueron atraídas por millones de seres que siempre cedieron un momento de sus vidas para pertenecer a mí y les agradezco sinceramente en el alma cada minuto otorgado a un ángel.
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