Ojos que pueden ver entre la luz y la oscuridad, ojos pregonados por manos forasteras, los cuales son prematuros aun para ver circunstancias de largo plazo. No puedo evitar pensar u desenvolverme, no puedo evitar vivir en una constante ideología magnánima, la cual retribuyo que me aleja de lo más rotundo de una creación artífice de su propia destrucción, cuyo caos genera sentimientos de vergüenza, sentimientos que nadie tomara una perspectiva razonable para que esta termine de una vez. Esos ojos lentamente fueron siendo consumidos por un rojo azabache con tono agudo, que desencadeno una breve síntesis de discrepancia. Había, allí entre lo más recóndito unos ojos idóneos, ojos que buscaban liberación, cuyos ojos nunca merecieron morir…
Todos nos encubrimos bajo una gran mascara, una máscara que conserva dos aberturas para que nuestros ojos vean a través de esa pequeña distancia que separa entre la misma máscara y nuestra visión. Viendo a través de la historia contemporánea llego a aglomerar que el ser humano tiene miedo de mostrarse tal cual es, duda de que sus actos de anarquía terminen creándoles una opresión más de lo que una libertad de expresión nos apabulla, somos presos de sujetos con aires de grandezas, los cuales definen las decisiones de un pueblo, que lastimosamente calla para no originar líos.
Yo personalmente puedo cerciorar que llevo una gran mascara, que algún día me la retirare, y optare por mostrarle al mismo mundo, palabras que deriven a verdades universales; se que el tiempo no espera a ningún hombre, se que el tiempo me consumirá más de lo que mis ojos lo hicieron, pero quien no opta por crear nuevas historias, está lejos de ser libre.
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