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martes, 4 de marzo de 2014

"Como Si Fuera La Primera Vez", Una Flor Que Regresa (Mini-Novela)




Basta Con solo decirles que soy llamado carrilludo, bueno así me llamaba ella, claro que mi idea no es adelantar las múltiples vicisitudes prematuramente, pienso que es mejor darle un buena impresión desde el inicio porque así considero que es justo, dado que la conmoción me apadrina en este instante no puedo negar mi despótica parvedad al escribir tales palabras. Ese conjunto de millares de letras venían acompañadas de un grito áspero y mi mano empuñada era la señal de mi ardua determinación
 — ¡Ouahh!—, esta será la novela que escribiré para ella su pequeño, frágil y vagamente pobre carrilludo; desde luego tal seudónimo no tendría una breve gestión si no fuese por esos pétalos incandescentes que terminaron en la mas de las tenaces condiciones.

Han acaecido varios meses desde que tuvo lugar numerosos acontecimientos en torno a una sublime flor, una flor de loto, flor jazmín, flor solitaria de un crepúsculo sumamente tórrido, tan cerca como para asemejar un desierto; esa infanta flor ¡retorno! Si, tan sutil como el agua traslúcida de un páramo virgen. ¡Arrimo al fin!, oh cuanto tiempo ha transcurrido desde la última vez que mis ojos hicieron contacto con los suyos, ese insólito momento jamás lo relevaré de mi mente.


Cierto día este… no recuerdo muy bien, para ser franco especulo que fue una mañana de abril, el panorama lucia predispuesto a ser un día con un ambiente opaco y nubes aplacadas. (Recuerdo que ese mismo día la conocí). Ella no se había percatado de mi presencia, pasó de forma momentánea, como un ligero recuerdo de un sueño impresentable, no resistí el saber que tan agraciada mujer me ignoraría de esa manera tan infame:

— ¡Mucho gusto, mi nombre es Pablo Arismendi! — me presente con notoria seguridad, aunque la timidez me consumía.

— Hola Joven Arismendi, ¿puedo ayudarlo en algo? — Preguntó farfullando con palabras prácticamente divididas en silabas mismas, percibí en ella el miedo de presentarse, ciertamente había sido muy atrevido: ¿qué mujer en estas épocas no tiende a tener aprensión de que un desconocido emerja detrás de ella para presentarse?

Ella me miraba agobiada, volteando miradas de izquierda a derecha, mis ojos no cedieron ni un momento de observar los suyos, en un santiamén cambie mi mirada a una totalmente hostil (lastimosamente no puedo escribir tanto mis ojos me limitan, claro que seguiré escribiéndola, Gracias a todos por sus visitas al blog, nuevamente gracias por leerme. att : diego ferro
                                                                                                

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